Mi querido amigo/amiga.
Es maravilloso y, al mismo tiempo, profundamente honesto reconocer que, a veces, simplemente no tenemos ni idea de qué hacer en una situación determinada o con nuestro proyecto de vida. Esta falta de certeza nos coloca en una posición única , nos invita a detenernos y a comenzar a hacernos preguntas fundamentales. ¿Por qué hemos llegado hasta aquí? ¿Qué hemos estado haciendo hasta ahora y hacia dónde queremos ir realmente?
Ese momento en el que admito no tener ni idea se me abre la puerta a una auténtica revisión interna . Es como un llamado a observarme con mayor atención, a reflexionar sobre mis decisiones y acciones pasadas, y me cuestiono si estoy verdaderamente en el camino correcto. ¿Estoy dispuesta a renovarme? ¿Qué cambios necesito hacer para tomar un nuevo rumbo? el cambiar no es fácil, en ocasiones cuesta un triunfo .
Reconocer que no tenemos ni idea de algo nos pone en un punto interesante , es una preciosa apertura llena de infinitas posibilidades. Creo que nos permite abrirnos a nuevas percepciones, comprender como niños desde nuestra más profunda humanidad y, lo más importante, encontrar el valor sincero para emprender un nuevo camino. Al final, ¿no es precisamente en esos momentos de incertidumbre donde se esconde nuestro verdadero empoderamiento?
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