Publicado: 07-10-2024
Publicado por: Raquel Agelán Rodríguez
Etiquetas: emociones
Mi querido amigo/amiga .
Hay una presencia silenciosa que trasciende lo cotidiano, una fuerza poderosa que nos envuelve en un halo de respeto. Es esa presencia que se revela cuando somos ofendidos y, sin embargo, elegimos mantenernos firmes , estoicos, sin necesidad de reaccionar con ira o perder el control. ¿No es acaso en esos momentos de máxima tensión cuando nuestro verdadero poder se pone a prueba?
Esa presencia soberana, cultivada con paciencia y entrenamiento, nos permite mantener la calma en medio de las tempestades más feroces. Es una herramienta poderosa que, cuando creemos en ella, nos guía hacia la victoria sin arrogancia, sin orgullo .
Simplemente confiamos en lo que somos. Es la confianza que proviene de conocernos, de haber dedicado tiempo a esculpirnos a nosotros mismos. Nos hemos moldeado, aceptando que somos una obra en constante evolución, que nunca está completa , al menos no en esta dimensión terrestre.
Simplemente confiamos en lo que somos. Es la confianza que proviene de conocernos, de haber dedicado tiempo a esculpirnos a nosotros mismos. Nos hemos moldeado, aceptando que somos una obra en constante evolución, que nunca está completa , al menos no en esta dimensión terrestre.
En el fondo, nuestra vida es como esos paisajes imponentes que contemplamos en silencio con presencia, esos lugares que nos dejan sin palabras y nos recuerdan nuestra pequeñez frente a la inmensidad del mundo .
¿No es, al final, ese silencio imponente la mayor muestra de poder? ¿No es en el respeto ante lo que no podemos controlar donde encontramos nuestra verdadera fuerza vigorosa?
¿No es, al final, ese silencio imponente la mayor muestra de poder? ¿No es en el respeto ante lo que no podemos controlar donde encontramos nuestra verdadera fuerza vigorosa?
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