Mi querido amigo/amiga .
¿Te ha ocurrido alguna vez que ciertas personas intentan arrastrarte a sus dramas internos? No me refiero a compartir de forma saludable tus experiencias o sentimientos con un amigo o conocido cercano. Hablo de aquellos que irrumpen en tu vida cargados de lamentos, sin intención de escuchar ni una sola palabra de tu parte. No quieren salir de su situación; simplemente vienen con un gran camión de arena, lo descargan sobre ti, se sacuden el polvo y se marchan.
¿Te has dado cuenta de cómo te dejan? De esa sensación de pesadez, de un peso que no te pertenece pero que ahora llevas encima . Y lo peor es que, tarde o temprano, vuelven. Una y otra vez, cuando requieren de tu presencia para volver a volcar ese mismo camión de arena sobre ti.
Por eso, es importante aprender a cerrar la puerta a esos camiones . No se trata de ser insensible ni egoísta, sino de establecer límites claros. Tu bienestar es un espacio valioso y no debes permitir que lo llenen con cargas ajenas. Ayudar no significa absorber; escuchar no implica cargar . Aprende a decir basta. Porque a veces, la mejor manera de ayudar a otros es recordándoles que son ellos quienes deben descargar y limpiar su propia arena.
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