Mi querido amigo/amiga .
Cuando nos sentamos frente a alguien y le escuchamos sin interrupciones, permitiendo que exprese aquello que le aflige, sin emitir ninguna mueca o juicio que pueda herir su sensibilidad, estamos realizando un acto de verdadera apertura . Nos quitamos de en medio, para sencillamente acoger lo que nos quiere decir, un acto de valentía por su parte al confiar en nosotros.
También, en ese momento, reconocemos que tenemos nuestras propias aflicciones, pero la posibilidad de escucharnos mutuamente nos da esperanza . Para quien se expresa, es un acto de coraje; para quien lo acoge, una oportunidad de comprender, desde la humildad, la pequeñez humana. En ese espacio compartido, lo importante no es resolver o juzgar, sino simplemente estar ahí para el otro, acompañar desde el respeto y abrir el corazón lleno de gratitud .
¿Te has preguntado alguna vez lo transformador que puede ser el simple acto de escuchar, sin más, y acoger lo que el otro comparte?