Mi querido amigo/amiga .
Es muy bonito sentir cómo en ocasiones una atmósfera suave y cálida puede envolverme, como si me conectara con una fuente invisible que me llena de energía y me recuerda que estos momentos existen . Cuando siento esa calidez a mi alrededor, es como si una bruma de felicidad me traspasará al interior, tomo una respiración profunda que me dice que todo está bien. manteniéndome en equilibrio, en un estado de bienestar que me reconforta. ¿Te ha pasado alguna vez? Esa sensación de estar tan presente en el momento que todo parece tan ligero.
Lo curioso es que reconocemos inmediatamente cuando no estamos en ese espacio. Notamos al instante cuando una atmósfera carece de esa calidez, porque algo dentro de nosotros cambia . Nos desconectamos automáticamente ¿Te parece cómo el ambiente puede influir tanto en nuestro estado de ánimo?.
Y, ¿sabes qué? Nosotros también tenemos esa capacidad. A veces, en ciertos momentos de la vida, albergamos dentro de nosotros esa atmósfera suave y cálida. Esos instantes en los que, libres de miedos, podemos mirar a los demás con dulzura, sin prisas ni pretensiones . Es como si, al bajar las barreras, pudiéramos transmitir esa misma calidez, con una simple mirada, con el gesto suave de una mano en el hombro o simplemente estando presentes , acompañando en silencio.
Es en esos momentos en los que siento que podemos rozar lo sublime. Porque, al final, ¿no es la felicidad un estado del ser? Un estado que no necesita ser forzado y aunque pasajero, deja huella, porque surge en muchas ocasiones de esa conexión profunda con el otro, con el presente, con la vida misma.
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