Mi querido amigo/amiga .
Cuando nos llenamos de dogmas, creencias y frases hechas que hemos escuchado de nuestra familia, libros, u otras fuentes, y las adoptamos como propias, grabándolas en nuestra mente, ¿qué espacio le dejamos a la creatividad? ¿Qué lugar tiene la creación propia, lo genuino, nuestra verdad, esa que está más viva que nunca?
Si la abonamos con intención, pueden surgir cosas diferentes, sorprendentes, incluso para nosotros mismos. ¿Quién dijo que hay que pintar una casa con un sol, en lugar de llenar el papel de rayajos de colores, flores y puntas de lanza? ¿Quién estableció que siempre necesitamos un director de orquesta en lugar de lanzarnos a interpretar nuestra propia melodía interior?
Quizá esas creencias repetitivas nos ofrecen una falsa sensación de seguridad . Pero ¿qué pasaría si nos atreviéramos a salir de lo establecido para ser más creadores y menos repetitivos? Al hacerlo, asumimos una responsabilidad creativa que, aunque puede asustar al principio, a la larga nos regala algo fascinante, vivo y auténtico.
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