Mi querido amigo/amiga .
A veces, de manera casi inconsciente, podemos lanzar un comentario que, aunque parezca inocente o inofensivo, se convierte en una carga insoportable para quien lo escucha. Y tan solo con el peso de una pluma podemos terminar de derribar a alguien que ya está en sus propios límites de aguantar .
¿Y si esa persona ya está lidiando con más de lo que puede soportar? Imaginemos que, detrás de una sonrisa o de una mirada distante, alguien esté batallando con una situación que lo tiene al límite. En esos casos, nuestras palabras, lejos de ser un bálsamo, podrían desmoronar por completo su equilibrio .
Es por eso por lo que debemos elegir con cuidado lo que decimos. Las personas atravesamos momentos de transición, desafíos internos y luchas silenciosas que muchas veces permanecen ocultas . Nuestras limitaciones y dolores no siempre son evidentes, pero están ahí, pidiendo a gritos un poco de empatía y comprensión.
Hay momentos en los que podemos optar por un silencio amoroso, ese que consuela y abraza sin juzgar. A veces, un gesto amable, o simplemente estar cerca puede marcar una diferencia en la vida de alguien que siente que ya no puede más .